La Atalaya del Vigía - Amalgam: 25 años del crossover definitivo Cuando los Titanes chocaron...
Artículos relacionados
· La Atalaya del Vigía - Batman: Tres Jokers: La broma exhumada
· La Atalaya del Vigía - El Juego Lúgubre: Paco Roca y el lado oscuro del arte
· La Atalaya del Vigía - Semillas: Días del futuro presente
Los cruces entre personajes de diferentes editoriales siempre han sido uno de los placeres del lector de cómic, en especial de los de superhéroes. La posibilidad de materializar un encuentro imposible entre dos personajes icónicos conlleva un nivel de morbo que suele superar ampliamente la exigencia de calidad a la historia en sí. Máxime si tienen lugar entre Marvel y DC, las dos principales compañías del género. Y aunque los cruces entre ambas existían antes y siguieron existiendo después, fue en 1996 cuando se llegó al punto álgido con la publicación de DC vs Marvel, evento entre cuyas páginas se escondía una sorpresa que llevaba el concepto de cruce ente universos hasta sus últimas consecuencias: el universo Amalgam.
Pese a intentos previos (Superman-Spiderman, Batman-Hulk, Nuevos Titanes-X-Men) no fue hasta mediados de la década de 1990 cuando Marvel y DC decidieron embarcarse sin medias tintas en un evento que enfrentase abiertamente sus dos cosmos de ficción. La crisis del mercado directo y el estallido de la burbuja editorial, unido a la consagración de editoriales independientes como Image y Dark Horse, convenció finalmente a los dos grandes rivales para unir fuerzas mediante una joint venture en forma de miniserie editada conjuntamente (dos números por Marvel y dos por DC) que enfrentaba a algunos de los principales iconos de la compañía. La premisa, que implicaba una suerte de torneo cósmico entre personajes de ambas editoriales por la supervivencia de sus respectivos universos, tenía más de excusa para dar un revulsivo a las titubeantes cifras de mercado que de interés en contar algo memorable.
Pero más allá de los resultados de los combates (la mitad de los cuales procedían de una votación previa llevada a cabo entre los lectores), la sorpresa vino cuando en el tercer número Acceso (personaje creado para la ocasión a modo de nexo entre ambos compañías) evitaba la inminente destrucción fusionando ambos universos para dar pie a un tercero poblado por personajes resultado de mezclar al 50% héroes y villanos de ambos. Previsiblemente todo volvía a la normalidad en el cuarto número, pero ese curioso giro argumental vino rematado por la edición de doce cómics editados conjuntamente por ambas compañías bajo el nombre de Amalgam. Cómics donde se recogían otras tantas aventuras de esos personajes amalgamados en curiosas combinaciones.
Así surgieron personajes como Supersoldier (Superman y Capitán América), Dark Claw (Batman y Lobezno), Spider-Boy (Spiderman y Superboy), JLX (JLA y X-Men) o X-Patrol (X-Force y Doom Patrol). Algunos se fusionaban según la lógica de su nombre y-o características similares, caso del Capitán Marvel y Shazam o los hechiceros Dr. Extraño y Dr. Fate. Sin embargo unos obedecían a mezclas más singulares como Speed Demon -amalgama de Flash, Etrigan y el Motorista Fantasma- mientras que otros se limitaban a intercambiar sus papeles, caso de Amazona -Tormenta ocupando el manto de Wonder Woman rechazado por Diana Prince, quien ejercía aquí como pareja de Steve Trevor-Punisher (sic)- o Bruce Wayne, líder de S.H.I.E.L.D. en sustitución de un retirado Nick Furia. Averiguar la combinación de los personajes extensible asimismo a sus respectivos secundarios era solo una parte de la diversión puesto que, a pesar de lucir un flamante #1 en portada, cada entrega estaba concebida como un numero escogido al azar de una larga continuidad que abarcaba diferentes periodos de la historia del cómic desde la Edad de Oro hasta el presente, haciendo continuas referencias a historias previas en series que también lucían nombres amalgamados.
La gran baza de dichos cómics era la interesante y ecléctica selección de autores escogidos por ambas editoriales para su realización. Entre los mismos figuraban artistas veteranos del calibre de John Byrne, Dave Gibbons o José Luis García López se alternaban con eficaces guionistas como John Ostrander, Chuck Dixon, Mark Waid, Larry Hama o el matrimonio Karl y Barbara Kesel y jóvenes dibujantes en alza como Salvador Larroca, Gary Frank, Jeff Matsuda, Scott McDaniel o Mike Wieringo. Una combinación traducida en registros muy diferentes que iban del homenaje a los clásicos de los 40 de Waid y Gibbons con Supersoldier al dibujo impactante y los héroes violentos de los 90 en Dark Claw (equipado con uno de los uniformes más aparatosos que servidor recuerde) o X-Patrol. Una mezcla que también tenía lugar a nivel autoral, con Byrne unificando sus propias etapas en X-Men y Wonder Woman o Larroca fusionando (literalmente) sus aportaciones a Flash y Motorista fantasma. Solo Dr. Strangefate, con la aparición del mentado Acceso, tenía cierta trascendencia argumental al conectar directamente con el crossover entre ambas editoriales. El balance general de todo ello era una lectura intrascendente pero no por ello menos competente y divertida destinada casi exclusivamente a los lectores más veteranos.
El resultado comercial acompañó lo suficiente como para que al año siguiente ambas editoriales diesen luz a una segunda ronda de títulos que combinaba seis previos con otros seis nuevos. Una suerte de volumen dos que de nuevo presentaba historias al azar de la inexistente continuidad amalgamada por parte de una dispar combinación de autores a los que se añadían gente como Kurt Busiek, Paul Smith, John Romita Jr, Peter Milligan, Bryan Hitch y Alan Grant para dar cuerda a personajes como Iron Lantern (Iron Man y Green Lantern), Thorion (Thor y Orion), Challengers of Fantastic (Investigadores de lo Desconocido y 4 fantásticos), Lobo el Pato (¡Lobo y Howard!) o Bat-Thing (¡¡¡El Hombre Cosa y Man-Bat!!!). Esta segunda ronda de títulos era aun más juguetona creativamente que la primera, con homenajes a otros géneros como el western (Generation Hex, mezclando a Jonah Hex con los mutantes de Generación-X), el terror (la oscura Bat Thing, próxima a cabeceras como House of Secrets o Savage Tales) o la animación (Dark Claw Adventures (la fusión de Lobezno y Batman conforme a los patrones audiovisuales de Paul Dini y Bruce Timm). Asimismo destacaban el homenaje al legado de Jack Kirby para ambas editoriales con un colosal John Romita Jr filtrando la mitología asgardiana a través del Cuarto Mundo, las odiseas científicas de los dos grupos de aventureros creados por el Rey e incluso la cita visual a cargo de un José Ladronn que en su Spider-Boy Team-up parecía canalizar los lápices del difunto autor.
No hubo una tercera etapa. Y dada su peculiar coyuntura editorial, los veinticuatro cómics que conforman el universo Amalgam no han vuelto a ser reeditados en España desde su publicación original a cargo del extinto sello Comics Fórum de Planeta. Algo que convierte a Amalgam en una extraña curiosidad que los aficionados apenas recuerdan porque, de hecho, muchos ni siquiera llegaron a conocerla en primer lugar. Sirva este artículo, publicado cuando se cumplen veinticinco años de su creación, como recuerdo de que frente a la tóxica visión de ciertos elementos del fandom más reciente, los universos Marvel y DC tienen muchos más en común de lo que los separa. Tanto que durante dos breves instantes llegaron a ser uno solo.
|
|
|