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Giraud y Moebius: los dos lados de la banda.

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 14/03/2012

El pasado sábado fallecía a los 73 años Jean Giraud. La pérdida de un autor con un renombre como el suyo siempre es motivo de lamento para los que amamos el medio, pero en este caso el lamento es doble. Y es que con su muerte no hemos perdido a un artista, sino a dos: Giraud y su “otro yo” artístico, Moebius.

Moebius” era mucho más que un seudónimo bajo el que el dibujante galo firmaba parte de su obra. Aunque compartían un mismo cuerpo, Giraud y Moebius llevaban dos carreras artísticas paralelas y completamente diferenciadas. Mientras que las obras firmadas como Giraud (o Gir) hacían gala de una planificación académica y un gusto por el detalle recargado, las obras firmadas por Moebius eran pura narrativa experimental servida con trazos limpios y sencillos. Asimismo los guiones (propios o ajenos) de Gir solían adscribirse a géneros realistas con un sólido trasfondo documental, opuestos al surrealismo, la narración no lineal y el gusto por la ciencia ficción.

Nacido en 1938, Giraud se inició en el cómic como alumno de Jijé, uno de los dibujantes más emblemáticos del cómic francés. Tras ayudarle con uno de los álbumes de su serie Jerry Spring, Jijé le recomendó al guionista Jean-Michel Charlier, que buscaba dibujante para un western llamado Fort Navajo en la revista Pilote. Así, con apenas 25 primaveras Giraud se ganó un puesto en la historia del medio al co-crear Blueberry, una de las obras maestras del cómic mundial a la que continuaría vinculado durante cinco décadas, ejerciendo posteriormente como autor completo tras la muerte de Charlier en 1989.



Pese a su compromiso con Blueberry y a crear otro western junto a Charlier (Jim Cutlass), la creatividad de Giraud era demasiado prolífica para limitarse a un único trabajo. Su afición a la ciencia ficción y su imaginación desbocada para plasmar entornos futuristas le llevaron a ser uno de los fundadores de la revista Metal Hurlant (publicada en EE.UU como Heavy Metal). Nacida en 1975, esta cabecera proponía un modelo de historias fantásticas realizadas con un enfoque más adulto, libre y experimental. Arzach sería la primera gran obra de Moebius, cuya carrera llegaría a ser más prolífica e influyente que la de Giraud. El Garaje Hermético, The Long Tomorrow o Los Mundos de Edena son algunos de esos trabajos de trama surrealista (absurda incluso), estética envolvente y un grafismo como no se había visto nunca. Mención aparte merecen sus colaboraciones con Alejandro Jodorowsky. Junto a él crearía El Incal y El Corazón Coronado, estando la primera considerada como una de las cumbres del género fantástico en viñetas.


Incasable, al monstruoso potencial creativo de este Jekyll y Hyde de la viñeta todo se le quedaba pequeño. Sin abandonar Francia realizó trabajos para el cómic USA (Silver Surfer: Parábola) y japonés (Icaro, con Jiro Taniguchi), escribió guiones para otros (William Vance, Jacques Tardi) y aportó su desbocado poderío visual al diseño de películas como Alien, Tron, Willow, Abyss, El Quinto Elemento (considerada por muchos un plagio de El Incal) y films de animación como Los Amos del Tiempo y El pequeño Nemo, donde también participó en el guión.

Activo hasta el último momento, Giraud seguía guiando con pulso firme las andanzas del teniente Blueberry y permitiéndose alguna colaboración de lujo (como el penúltimo álbum de XIII). Mientras, Moebius se dedicaba a Inside Moebius (una suerte de autobiografía experimental donde aparecía acompañado de los personajes de sus obras) y preparaba nuevas aventuras de Arzach.


Con su muerte el mundo del cómic ha perdido a una (mejor dicho, dos) de las mayores potencias creativas que ha tenido y que más han hecho por expandir sus fronteras y elevar sus cualidades. Su influencia es irrefutable. El gran hueco que deja también.


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