Marvel Now! Deluxe - Capitán América de Mark Waid y Chris Samnee Steve Rogers recupera su esencia en esta breve pero memorable etapa
Si hay una máxima inexorable en el mundo del cómic, es que todo cambia de forma impresionante con el paso del tiempo, para luego volver justo al punto en el que estaba antes de que comenzaran a producirse los cambios. Al tratarse de un medio que llega fácilmente a lectores de todas las edades, los autores se ven obligados a reinventarse cada cierto tiempo, pero no pueden introducir cambios que ahuyenten a los lectores más veteranos, que no está la cosa para ir perdiendo clientes. Así, cuando un nuevo equipo desembarca en una colección, dispuesto a poner patas arriba la vida del héroe, su entorno, y al resto de personajes, en el fondo sabemos que se trata de un nuevo intento por hacer interesante un personaje que hace tiempo que no era popular, que acaba de estrenar película, o simplemente que ha dejado de dar dinero a la editorial.
Esto es precisamente lo que le sucedió al Capitán América que, con la llegada del guionista Nick Spencer, sufrió uno de esos cambios radicales que ha vuelto a llevarle justo de vuelta a las raíces clásicas del personaje. Los comienzos de Spencer eran prometedores, dándole al personaje un nuevo discurso político más acorde a los tiempos que vivimos, y desdoblando la serie en dos, de forma que Sam Wilson ganase algo de protagonismo. Sin embargo, conforme avanzaban sus tramas, todo parecía indicar que las consecuencias serían irreversibles, sobre todo con aquel inolvidable Hail Hydra que nos dejaba a todos con la boca abierta y nos metía de lleno en la saga Imperio Secreto. Como os decía al comienzo, cuanto más cambian las cosas, más rápido van a terminar volviendo a su lugar, y eso es justo lo que se esperaba tras la marcha de Spencer de la serie, y la llegada de Mark Waid.
El estreno del popular guionista en el número 695 iba a tener un indiscutible aire clásico con el que tranquilizar a los lectores veteranos, que aunque se habían relajado al conocer la realidad sobre la traición de Rogers, aún les duraba el susto en el cuerpo. Para ellos también contarían con el siempre excelente Chris Samnee al dibujo, una elección perfecta para lo que querían conseguir. En manos de este equipo creativo, la aparición de Kraven el Cazador o El Espadachín bien podría haberse producido en los años 60, aunque la idea de Waid iba a ser capaz de unir presente, pasado y futuro, contentando a todos los lectores. Encerrado de nuevo en hielo, el Capitán América despertará en un futuro distópico, no muy lejano de aquel que se encontró tras su primer letargo, y que le volvería a poner a defender el mundo.
El dibujo de Samnee primero, y de Leonardo Ramos luego tiene en común esa aparente simplicidad que nos hace disfrutar de cada viñeta, y que nos regala una narración prodigiosa como pocas. Aunque muchos hayan podido ver en esta breve etapa de diez entregas una mera transición entre arcos argumentales, lo cierto es que la historia está muy bien construida, y a buen seguro será igualmente disfrutable dentro de diez años, algo que no podemos asegurar de otras sagas mucho más populares. Si la dejaste pasar la primera vez, llévate a casa este tomo que ahora nos trae Panini, y disfruta de una sencilla pero muy efectiva historia del Centinela de la Libertad.
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