Thor y Loki: Hermanos de Sangre Esta es la historia de dos hermanos…
Aunque hace poco pudimos disfrutar de este mismo título dentro de la línea Grandes Tesoros Marvel, Panini nos vuelve a sorprender con una nueva edición de Hermanos de Sangre, esta vez bajo el sello Edición de Lujo, que nos ofrece en tapa dura y mayor tamaño la obra de Robert Rodi y Esad Ribic, a un precio más asequible para los coleccionistas, pero sin descuidar el perfecto acabado de este tipo de productos. Se trata de una miniserie de cuatro números publicada por vez primera en los años 90, en los que Rodi analizaba desde casi todos los prismas posible la relación entre Thor y Loki, con la diferencia de poner el peso de la historia en la perspectiva del Dios de las Mentiras. En las páginas del tomo puede suceder de todo y es que el narrador utiliza en diversas ocasiones ensoñaciones, trucos y engaños salidos de la mente de Loki para contarnos futuros deseables que nunca llegaron a materializarse, retazos del pasado de los dos hermanos, y parte de su historia común en Asgard, que quizás expliquen la enemistad que ahora ostentan.
No esperamos encontrar aquí a Los Vengadores ni a ningún otro superhéroe de la editorial, ya que Hermanos de Sangre se centra exclusivamente en ellos dos, analizando la relación y hasta el origen de su enemistad, con un Loki que llega a preguntarse si su razón de ser no es otra que la de proporcionar a su hermano la némesis que siempre ha necesitado para continuar siendo el héroe que ahora es. A pesar de los esfuerzos de Rodi por dejarnos una gran historia, lo cierto es que Esad Ribic se convierte, por derecho propio, en la razón fundamental para llevaros este enorme tomo a casa.
Su estilo realista, heredero de otros grandes autores como Alex Ross, se convierte aquí en una verdadera lección de anatomía, en la que cada página supone, además de la lectura de parte de una historia ideada por Rodi, la ocasión de contemplar una obra de arte, como si de una visita a un museo se tratase. Es cierto que a Ribic aún le quedaban algunos años para dominar por completo la forma de integrar sus ilustraciones dentro de un comic-book en el que el movimiento es tan importante como las proporciones o los rostros, como demostraría precisamente en otro proyecto que le relacionaría con Thor, dentro de la serie regular escrita por Jason Aaron. En resumen, una oportunidad de descubrir productos diferentes, en los que el arte supone el factor diferenciador y que, en este tipo de formatos, brillan con luz propia.
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