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Watchmen (DC Pocket Max) ¿Quién mató al Comediante?
Toca hablar hoy de uno de los cómics más influyentes jamás escritos. Una obra maestra que ahora nos llega en formato “pocket”, y que quizás por eso, corra el riesgo de pasar desapercibida para los lectores, si es que alguien todavía no conoce esta Obra Maestra, así, en mayúsculas, que Alan Moore y Dave Gibbons nos regalaran a finales de los años 80. Estoy seguro de que el nuevo formato sólo va a servir para llegar a nuevos lectores, esos pocos a los que el precio les haya podido parar a la hora de llevarse a casa esta joya del cómic, y que ahora, teniendo en cuanta que se llevan a casa más de 400 páginas por algo menos de 15€, se han quedado sin excusas para disfrutar de una de las razones por las que sigo leyendo comics, a pesar de estar cada vez más cerca de los 50.
Nuestro relato comienza con las dos páginas que acompañan esta reseña, un prodigio de síntesis narrativa, en las que la policía llega al apartamento de un héroe en horas bajas que acaba de ser asesinado al ser lanzado por la ventana, del que comenzamos a conocer algo de información conforme avanzamos en la lectura. Un misterio que el lector resolverá cuando llegue al final del tomo, aunque por el camino nos demos cuenta que lo de menos es conocer la identidad del asesino, ya que se trata de una obra que nos da muchísimo más en cada página, en cada viñeta en las que Gibbons ha dividido cada una de las 416 páginas de este relato atemporal sobre la corrupción, la decadencia de la sociedad, y tantos otros temas diseminados por Moore durante los doce números de que se compone la maxiserie.
El problema al que me enfrentaba al plantearme la escritura de esta reseña era precisamente como convencer al lector de que debe dejarlo todo para correr a su librería favorita y llevarse uno de los mejores comics jamás escritos. Ríos de tinta han corrido alabando esta historia, sesudos ensayos y ligeros artículos de opinión como el que nos ocupa, que han diseminado concienzudamente este relato, han analizado cada una de las referencias que Moore hacía sobre los personajes, recordemos que su intención original era haber utilizado a los personajes de DC, pero que el tono adulto de la historia hizo que los mandamases de la editorial lo prohibiesen, viéndose obligado el guionista a inventarse un nuevo elenco de héroes y heroínas.
La versión propuesta por Moore de los superhéroes es diametralmente opuesta de la que conocíamos hasta entonces, estando Watchmen protagonizada por héroes sin escrúpulos, que no dudan en atacar a los delincuentes de los que quieren conseguir información, y de intentar asaltar sexualmente de sus propias compañeras de equipo, algo que a buen seguro no habíamos visto en ningún comic de la editorial. El tono adulto utilizado durante toda la serie obedece, sin embargo, a un motivo, y es que en manos del genial guionista, todo el género de superhéroes recibe un baño de realidad como nunca se había concebido, dejando al lector boquiabierto con su reinterpretación de los héroes y villanos, y hasta de la sociedad americana, que tampoco sale bien parada tras la lectura. Haciendo un genial uso de los flashbacks, y de los saltos en el tiempo, que roza la perfección en el número protagonizado por el Dr. Manhattan, un personaje con la habilidad de estar en todos los momentos temporales al mismo tiempo, Watchmen supone la culminación de la novela gráfica, un término que prácticamente comenzaría a utilizarse tras la llegada de esta serie, y una mirada oscura y adulta a un género que tan buenos ratos nos sigue haciendo pasar, pero que no volveremos a ver con los mismos ojos tras haber disfrutado del tomo que ahora nos trae ECC en nuevo y asequible formato.
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