Justicia (Grandes Novelas Gráficas de DC) ¿Y si los villanos decidieran usar sus poderes para ayudar a la gente?
En los años 90 llegaba a las librerías una de esas series destinadas a cambiar de nuevo la forma de hacer cómics, y en este caso, servía para enderezar una industria a la deriva, que llevaba años con el piloto automático puesto, prestando más atención a portadas alternativas y otras técnicas de marketing, que a poner toda la carne en el asador con una buena historia y un dibujo que al menos fuese anatómicamente proporcionados. La llegada de Kingdom Come supuso esconder debajo de la cama a los héroes hipermusculados de apretadas dentaduras, y comenzar a contar otro tipo de historias. Se volvía así a un trasfondo clásico en la forma de narrar, con historias en las que los personajes tenían que tomar decisiones, les pasaban cosas y reaccionaban, y encima se volvía a prestar atención al dibujo, que sería tan importante como el guion a partir de ahora.
Dado que la culpa de este resurgir de las buenas historias la tuvo en parte Alex Ross, es lógico que años después decidiera unirse a Jim Krueger, como coguionista, y a Doug Braithwaite para ayudarle con el dibujo, y regalarnos Justicia, una excelente maxiserie de doce entregas que vuelve a estar disponible en tomo gracias a ECC, y que ha soportado el paso del tiempo de forma admirable, sobre todo si tenemos en cuenta que han pasado casi 20 años desde su primera publicación.
El punto de partida de la serie es de los que te engancha desde la primera página. Ante el asombro de los héroes, los villanos de la editorial comienzan a llevar a cabo actos de filantropía, llevando vegetación a los desiertos, y utilizando su avanzada tecnología para ayudar a los ciudadanos. ¿Ha llegado el momento de apartarse y dejarles redimirse de sus actos haciendo el bien?, ¿Existe un motivo oculto para estos actos, y deben prepararse para lo peor?. La obra, con un ritmo pausado pero nunca aburrido, se dedica en sus primeros compases a comprobar la reacción de personajes como Superman, Aquaman o Shazam, y todo fluye como si de un comic de la edad de plata se tratase. No hay prisa aquí para llegar a la enésima confrontación con los villanos, y sí para disfrutar de un buen diálogo entre personajes, y sobre todo, del increíble arte de Alex Ross, que luce como nunca en estas páginas.
Es curioso que en este proyecto, en el que Ross pintaba sobre los lápices de Braithwaite, en lugar de hacerlo todo él, tengamos un resultado tan espectacular, y nos hace pensar si no debería haberse convertido en el sistema de trabajo del artista, que como suele suceder dedica muchas horas a conseguir estupendos resultados como autor completo. La trama de la serie tiene tiempo para detenerse en la casi totalidad de héroes de la Liga de la Justicia, de villanos casi olvidados, y de paso de mostrarlos en encarnaciones que no eran las de la continuidad del momento. El hecho que la serie transcurra fuera de ella es un soplo de aire fresco que da a los autores la libertad de cambiar a su antojo identidades y poderes sin tener que consultar cada pocas páginas lo que había pasado en las primeras Crisis en Tierras Infinitas. Una serie entretenida, que destaca por su apabullante apartado artístico, y que supone una vuelta a la forma de narrar que nunca debimos perder.
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