Marvel Premiere - X de Espadas 3: Destrucción

Llega la esperada conclusión de este multitudinario evento

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X de Espadas, el ambicioso cruce que marca el debut de eventos en esta era del universo mutante Marvel, llega a su culminación épica en este vibrante tercer volumen de su edición Premiere. Tras una serie de emocionantes duelos, el vigésimo segundo número nos presenta el último enfrentamiento entre las naciones mutantes de Krakoa y Arakko, ofreciéndonos un capítulo final que promete ser demasiado intenso para el corazón de la mayoría de los fans.

Este primer gran cruce post-relanzamiento X nos ha embarcado en un viaje lleno de altibajos narrativos, pero concluye con una edición final sobredimensionada que responde a la gran pregunta: ¿Ha cumplido esta saga con las expectativas? La respuesta corta es un rotundo sí, aunque no sin dejar ese sabor de boca que nos recuerda que un enfoque más conciso no habría sido una mala idea aunque, conociendo las mentes que rigen la Casa de las Ideas, quizás la editorial querría haberlo alargado un par de meses más. En este último número, Jonathan Hickman y Tini Howard, junto al ilustrador Pepe Larraz, nos ofrecen no solo batallas, sino también un importante desarrollo en el status quo de los Hijos del Átomo y pistas de lo que está por venir.

En el epicentro de la trama, el enfrentamiento entre Apocalipsis y su esposa perdida, Génesis, se despliega con el destino de dos mundos en juego. Mientras, Saturnina despliega el verdadero alcance del torneo de campeones, configurando un nuevo tapiz para las naciones mutantes y el universo Marvel en general, aunque no tenemos claro que todos los personajes favoritos de la franquicia vuelvan a casa al final del evento.


Aunque predominan los combates, Hickman y Howard —quienes también co-escribieron los números especiales de apertura y mitad de serie— logran entretejer consecuencias significativas para Krakoa. Entre tanto espadazo y puñetazo superpoderoso, se puede percibir la mano de los escritores en cada línea del guion. Sí, el grandilocuente estilo de Saturnina a veces roza lo pretencioso, pero ¿no es acaso ese su encanto eterno? A pesar de que algunos personajes y títulos se pierden en la mezcla, la forma en que los escritores atan los hilos de los capítulos anteriores, especialmente en lo relacionado con Excalibur y Cable, dan a la historia un final sorprendentemente ordenado.

Visualmente, Larraz junto al colorista Marte Gracia, quienes ya habían definido el tono visual de los eventos iniciales y medios, regresan para este gran cierre. Su trabajo previo, a veces demasiado oscuro en las secuencias ambientadas en Arakko, aquí se clarifica, aportando una narrativa visual emocionante y fácil de seguir. Con un alcance ampliado y una escalada de acción, Larraz y Gracia tejen hábilmente todos estos elementos aparentemente dispares para crear una conclusión que verdaderamente se siente como el satisfactorio clímax de todos esos capítulos anteriores.