Superman: Perdido Recuperando el tiempo perdido
En la actualidad, el Hombre de Acero cuenta con una serie regular, que hace poco se veía renumerada para formar parte del Amanecer de DC, en la que podemos disfrutar de sus aventuras mensuales. Por eso llamó tanto mi atención el hecho de que la nueva propuesta del guionista Christopher Priest llegase en forma de miniserie de diez entregas, fuera de toda continuidad, aunque no formase parte de Black Label, o del resto de sellos que la editorial tiene para estos proyectos. Algo debía tener para que en DC no pensasen en tener cubierta la serie regular durante diez meses, y justificase este carácter especial del proyecto.
Tras la lectura de este recomendable tomo, imagino que la razón de sacarle de la continuidad editorial ha sido no ubicarlo en ningún momento temporal concreto del personaje. Es cierto que aparece ya casado con Lois Lane, lo que significa que forma parte de la historia reciente del personaje, pero la alineación de la Liga de la Justicia, o la ausencia de Jon, el hijo de la pareja, a quien incluso hemos visto crecer de forma acelerada en la etapa de Brian Michael Bendis como guionista, me despista sobre el momento exacto en que tiene lugar este Superman: Perdido, que ahora nos llega.
La historia comienza cuando Superman, ayudado por sus compañeros de la Liga, trata de rescatar un misterioso artefacto del fondo del océano, pero durante la misión va a quedar atrapado en una singularidad gravitacional, y sin forma de regresar a casa, quedando, como indica el título de la serie, perdido en el espacio. La clave de la historia la tenemos en el regreso de nuestro héroe, y es que, aunque para él han pasado unas horas hasta que ha encontrado la forma de regresar, para Lois y el resto del mundo, Superman ha estado ausente durante 20 años. A partir de aquí, Priest nos cuenta un relato en dos momentos que resultan igualmente interesantes. En el primero, viajamos al pasado para acompañar a Superman en estos 20 años perdidos, siendo testigos de sus intentos por regresar, de respirar en el espacio, y las distintas aventuras que vive durante estos años.
Sin embargo, casi más interesante resulta la parte actual del relato, en la que vemos como trata de adaptarse a un mundo que ha aprendido a vivir sin él, y que nos muestra a un Superman más humano que nunca, despistado e incapaz de asumir la pérdida que ha sufrido. En el apartado artístico tenemos a Carlos Pagulayan, que realiza un estupendo trabajo, incluido el nuevo diseño del traje que Superman necesita para mantener su energía en el espacio, de diseño minimalista. Imaginamos que para cumplir con los plazos de entrega, Lee Weeks se hace cargo del dibujo de uno de los números, con la calidad acostumbrada. Una serie que gana leída en tomo, ya que resulta imposible no seguir pasando las páginas mientras vemos como Superman lucha por recuperar su vida junto a la mujer que ama.
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