Marvel Premiere – Reinado de X #6

Los mutantes de Hickman siguen sorprendiendo

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La etapa de Jonathan Hickman en los mutantes marvelianos ha sido una reinvención arrolladora, transformando la mitología de este rincón de la editorial con una ambición pocas veces vista anteriormente. En esta entrega, el guionista no solo cierra capítulos importantes, sino que lleva a los personajes y sus lectores a un recorrido por las profundidades emocionales y los desafíos más complejos entrevistos desde el comienzo del relanzamiento. Este volumen recopila los números S.W.O.R.D. #4, X-Men #18 y #19, Merodeadores #18 y #19, y X-Force #17, y en ellos se revela tanto la brutalidad del conflicto como la intimidad de los lazos que conectan a nuestros protagonistas.

Uno de los relatos más impactantes en este volumen es la continuación de la historia de los Hijos de la Cámara en las entregas de la Patrulla-X. Desde el primer número de Amanecer de X, Hickman ha ido plantando las semillas de esta historia, y ahora podemos disfrutar los frutos en una trama que no solo se basa en la acción y la tensión, sino en la resiliencia y evolución personal de Lobezna, Darwin y Sincro. Esta aventura no es una simple misión de rescate ni un enfrentamiento típico de superhéroes: es una odisea en un espacio fuera del tiempo, donde los personajes se enfrentan a la incertidumbre de sus propias capacidades y a los horrores de lo desconocido. Hickman, acompañado por el arte brillante y preciso de Mahmud Asrar, nos entrega una narración con una intensidad tan pura que rivaliza con las mejores historias de ciencia ficción.

Por otro lado, S.W.O.R.D. nos lleva a un tono distinto: más táctico, pero no menos emocionante. La organización encabezada por Abigail Brand demuestra ser el recurso necesario para mantener a raya las amenazas cósmicas, y en el contexto de Rey de Negro, la habilidad de Brand para utilizar a personajes como Fuego Solar y Fabián Cortez se muestra como una maquinación digna de la mejor política mutante.


Por su parte, en Merodeadores, encontramos un enfoque más íntimo, menos sobre batallas épicas y más sobre cómo se construye un legado. Emma Frost y Kate Pryde, al inaugurar un hospital en honor a Moira MacTaggert, muestran la importancia de construir algo duradero en medio del caos. Pero debajo de esa superficie de aparente paz yace el conocimiento de la verdadera historia de Moira. Los autores se divierten jugando con la dualidad de las cosas: lo que parece un tributo es en realidad una maniobra cargada de significados ocultos.

El aspecto más cautivador de este volumen es cómo maneja la intersección entre lo épico y lo personal. Los Hijos de la Cámara son una amenaza abrumadora, un recordatorio de que siempre hay fuerzas que los mutantes ni siquiera llegan a comprender del todo. Pero es en las interacciones más humanas —la camaradería entre los protagonistas; la complicidad entre Emma y Kate; la vulnerabilidad de Quentin— donde este tomo realmente brilla. Hickman y sus colaboradores nos invitan a reflexionar sobre lo que significa luchar no solo por una nación o por ideales, sino por las personas que amas y por el lugar al que perteneces, y lo hacen sin caer en los clichés heroicos que tantas veces han saturado los cómics.