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100% Marvel HC - El Castigador #5: Criminal de Guerra Comic Digital

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“Repartidor de la felicidad es otro nombre para un cartero”

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100% Marvel HC - El Castigador #5: Criminal de Guerra

El Castigador se nos pone tecnológico

Un artículo de Javier Jiménez Jiménez - Introducido el 07/12/2024

Es curioso como aún podemos situar a personajes de toda la vida en escenarios poco habituales y conseguir remover un poco su universo. El tomo que comentamos aquí coloca a Frank Castle en un rincón marveliano marcado por tensiones éticas que no admiten respuestas simples. Tras su paso por Chernaya, su retorno no busca armonía ni redención, sino la prolongación de un conflicto que ya no entiende de banderas. A diferencia de Vietnam, esta vez no hay reconciliación posible, ni intento de insertarse en una sociedad que jamás compartió sus métodos. Aquí, la guerra es un fin en sí mismo, no una etapa que se clausura al firmar un acuerdo de paz.

El detalle más notable es la adopción por parte de Castle de la armadura de Máquina de Guerra, un icono cargado de significados trágicos. Esta apropiación no es una extravagancia estética, sino un insulto deliberado a la memoria de James Rhodes y a quienes lo apreciaban y respetaban. El debate que abre esta imagen es incómodo y contundente: ¿qué sucede si un asesino implacable se sirve de las herramientas creadas para proteger a los inocentes, pero las utiliza para hacer estallar su propia y obsesiva versión de la justicia?


No menos turbador es el recuerdo de la colaboración de Castle con HYDRA durante Imperio Secreto, un episodio que su propia serie evitó confrontar de lleno. El guionista Matthew Rosenberg retoma este flanco moral sin soslayarlo, reforzando la faceta más fría y perseverante del personaje. Al no reconocer límites ni encontrar reparos, Castle se revela como un arquetipo incómodo: el justiciero que, en su afán por erradicar el mal, se alía con monstruos para cazar monstruos, generando cuestiones sobre la naturaleza última de sus principios.

Lejos de ofrecer una épica heroica sin matices, Rosenberg entrega una narración de tinte áspero, en la que cada muerte y cada golpe resuenan en un eco difícil de acallar. El Castigador emerge como un veterano que, en realidad, jamás abandonó el campo de batalla; un hombre cuyo conflicto interno se refleja en el rostro convulso de un universo Marvel que ya no puede pretender que la justicia, con armadura o sin ella, conserve cierta pureza moral.


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