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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"Cuando besos y caricias se tornan motivo de inquietud, lo mejor es guardarlos en los bolsillos hasta topar mejor momento en el que devolverlos a la luz." Cuaderno de Tormentas
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Lobezno, de éxito también se puede morir

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 29/04/2009
La Atalaya del Vigía

Existen entre lectores dos chistes recurrentes acerca de Lobezno. El primero es el que dice que en realidad su poder mutante no consiste en el factor de curación ni en sus sentidos aumentados, sino en su don para la ubicuidad. Desde principios de los 80, el violento antihéroe fue creciendo en popularidad, siendo el primero en protagonizar una cabecera en solitario: una emblemática serie limitada dibujada por Frank Miller, la historia inaugural de la cabecera genérica “Marvel Comics Presents” y finalmente una colección regular. Aunque Chris Claremont fue el encargado de escribir esas primeras correrías en solitario, el llamado patriarca mutante nunca fue partidario de que el personaje volase por su cuenta. En su opinión, que otros autores se ocupasen de Logan en paralelo a su trabajo en “Uncanny X-Men” diluiría al heroe y su personalidad de manera gratuita.

Aunque el criterio de Claremont no ocultaba cierto deje egoísta, lo cierto es que no dejaba de tener razón. Y no por la colección regular, que encontró en el guionista Larry Hama al hombre adecuado para llevar las riendas del personaje en una larga y magnifica etapa ocasionalmente torpedeada por el crossover de turno. Esta cita a los crossovers no es casual. Víctima de su propia popularidad, Lobezno no solo era presencia fija en tres colecciones mensuales (“Wolverine”, “Uncanny X-Men” y “X-Men”) sino que se había convertido en el recurso estrella de la editorial. ¿Qué queremos lanzar una miniserie o un nuevo formato? Usemos a Lobezno. ¿Qué necesitamos elevar las ventas de una serie? Que Lobezno aparezca por allí. ¿Qué hay que lanzar un nuevo personaje? Presentémoslo como un viejo amigo de Logan. Y por supuesto, reservémosle un hueco en el crossover multitudinario de turno, venga o no a cuento. Todo lo cual nos lleva al segundo chiste sobre el personaje: aquel que dice que, para ser un salvaje solitario, no sólo se apunta a todos los grupos posibles, sino que además parece conocer a todo el mundo. En los 90, Lobezno se había convertido en el equivalente a un Big Mac: el plato estrella que todo el mundo pide sin importar lo mala que realmente sea la hamburguesa que llega a sus manos.
Con la renovación de Marvel a cargo de Joe Quesada, dicha efervescencia pareció disminuir y el número de apariciones se redujo a términos más manejables y cuidados en calidad (las etapas de Frank Tieri y Greg Rucka). Pero como se suele decir, la cabra tira al monte y, espoleado en buena parte por la magnífica labor de Hugh Jackman encarnando a Logan en la gran pantalla, volvieron las miniseries y especiales; apareció una segunda cabecera regular (“Wolverine: Origins”) que convirtió a la original en un cajón desastre donde los autores se suceden sin pausa; se multiplicaron sus afiliaciones grupales hasta extremos absurdos (“Uncanny X-Men”, “Astonishing X-Men”, “Nuevos Vengadores” y “X-Force”); se creó una serie de tono juvenil (“Wolverine: First Class”): y ahora, con la llegada de su película en solitario, se anuncia… ¡Una tercera colección en solitario! (“Wolverine: Weapon-X”). ¿Recuerdan el primer chiste? Pues eso. Muchos podrán argumentar que la calidad media de todas ellas es sensiblemente superior a la avalancha de hace una década, pero uno no puede evitar pensar aquello del cántaro y la fuente. Posiblemente Joss Whedon lo explicó mejor que nadie cuando le preguntaron cómo haría sus X-Men si gozase de libertad absoluta: “Haría una serie sin Lobezno. Seguro que sería un gran éxito, porque nadie ha visto nunca algo así”.

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